Regeneremos nuestro amor creyendo en el que Cristo nos tiene, para que nos complementemos solo con Él, que ése es nuestro paraíso y nuestro nuevo orden creacional que brilla en la pureza y santidad original de nuestra Madre.
Madre Mercedes de Jesús,  Monja de la Orden de la Inmaculada Concepción.  1935-2004
La Creación




Monasterio de la Inmaculada
y de Santa Beatriz
Monjas Concepcionistas O.I.C.

Calle Virgen 66
13600 Alcázar de San Juan
(Ciudad Real)
España

Telf.: 926 540 009
Llamadas de 9 a 13 h.

Horarios de celebraciones
en el Monasterio


SANTA MISA

Invierno :

De Lunes a Viernes
A las 9:00 h.

Sábados, Domingos y festivos
A las 18:00 h.

Verano :

Todos los días a las 19:00 h.






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Cuando te hayas examinado a ti misma atentamente y hayas encontrado lo que en realidad eres... te queda por aprender en la luz divina lo que debes ser…

¿Quién es la Monja Concepcionista?

La Monja Concepcionista es la insaciable buscadora de Dios, de su huella divina y de su Ser pacificante en la creación.

Está llamada en la Iglesia a ser el prototipo de la nueva creación, a ser desde el Monasterio la restauradora de la imagen santa que Dios quiso para el hombre y su destino a la santidad, que fue salvado en María Inmaculada, “modelo de todos los redimidos”.

En María Inmaculada encuentra la Monja Concepcionista la belleza y armonía de nuestra creación. Ella, además, nos da la certeza de que la redención de Cristo que la preservó del pecado original, en nosotros se convierte en fuerza santificante que nos limpia de él y preserva de caer en otros pecados.

María Inmaculada es el Paraíso para la Concepcionista, donde se adentra y desde donde vive su espiritualidad en los elementos constitutivos de la vida monástica: silencio, soledad, oración, lectio divina, generosa penitencia, alabanza divina, comunión fraterna, trabajo y celo apostólico, para acercar a la humanidad al conocimiento y amor de Dios, evocando con la propia vida, su pensamiento creador sobre el hombre.



Silencio

“El silencio es el mejor camino para la conversión. Es nuestro desierto amoroso. El mejor culto y salmo penitencial. Es la escuela que enseña a hablar. Es hablar a tiempo y bien... sabiendo que lo propio de la Monja es callar siempre a tiempo. El recuerdo de Dios cierra los labios de la concepcionista para “estar” atenta a Él y hablar con Él. El silencio profundamente vivido nos da capacidad para que Dios hable desde el fondo de nuestro ser. El silencio es la posibilidad de encontrarse con Dios” (Madre Mercedes de Jesús)

El silencio interno y externo nos facilita la búsqueda amorosa de Dios y la configuración con Cristo.

En silencio la Monja Concepcionista eleva su plegaria por la humanidad entera, para que el hombre vuelva al origen santo, a la armonía con su Creador.



Soledad

Nada ni nadie que se oponga a Dios en nuestra vida.


Nada... nadie... sólo Dios, sólo la eternidad.


Nada... que es la plenitud del silencio interno. Nadie... que es la soledad armoniosa del amor.



Oración

La oración prepara nuestra alma, nuestra mente, nuestro corazón y aun nuestros sentidos para poder captar a Dios, sus sentimientos, su ser divino. Es el diálogo filial con la ternura inmensa del Padre. Trato agradecido de amor con Jesús que ama y busca en nuestras almas el retorno al Padre, a la santidad de nuestro origen. Trato de amor y donación al Espíritu, que trabaja con afán, por conseguir en nuestra alma la imagen y semejanza con Jesús a que fue creada.




Lectio divina

A imitación de nuestra Madre Inmaculada, la “Virgen oyente” que guardaba en su corazón la Palabra de Dios, para conferirla y dar el ciento por uno en frutos de santidad, así nosotras la interiorizamos para encarnar en nuestro corazón, como ella al Verbo de la vida y poder después darlo a luz con las obras.



Generosa penitencia

Nuestra ascesis tiene como fin la reconquista serena y apacible de la armonía existente en el Paraíso y latente hoy en el misterio de la santidad original de María Inmaculada. Es la felicidad en lucha que nos lleva a la potencia máxima del amor.

La pacificación interna convierte todas las cosas, por muy pequeñas que sean, en ámbitos de encuentro con Dios, en camino hacia el cielo.




Alabanza divina

Nada más dichoso es para la Monja que imitar en la tierra los coros angélicos del cielo y cantar junto con ellos himnos al Creador de todas las cosas y al Redentor del universo.



Comunión fraterna

La comunidad concepcionista es la prolongación del amor Trinitario, del amor de Dios y de su santidad, que se libera del propio egoísmo para acoger con amor limpio y generoso, como Cristo, a cuantas Hermanas Dios congrega. Comunidad evangélica y monástica que vive unida en la alabanza divina, en el trabajo, en los problemas, en la fidelidad a Dios, en la fe y en el amor a Dios, para que el mundo crea.



Trabajo

El trabajo, el arte, reclama la atención y las actitudes de la Monja Concepcionista. Sabe que su trabajo entra en la gran liturgia del cosmos, y se convierte en oración ofrecida al Padre por Cristo, Señor de la historia.

La Monja, al roturar la tierra, ve en los surcos los nuevos caminos que ella va abriendo en su espíritu, cultivándolo, ordenando las propias tendencias hacia Dios.





LA INMACULADA: RAZÓN DE SER DE LA ORDEN CONCEPCIONISTA

La oblación, por amor, que hacemos de nuestro ser a María Inmaculada, es la que nos introduce en el misterio de su santidad original y, por ello, nos impulsa hacia su veneración e imitación. Oblación y misterio que quedan enclavados en el centro mismo de nuestra consagración monástica y es nuestra razón de ser.

La Concepcionista no se puede santificar si no es viviendo con María el misterio de su santidad original, su pureza inmaculada.

Como Monjas, nuestra vocación es la búsqueda de Dios y su encuentro, y como Concepcionistas es lograrla imitando las virtudes de María, su santidad y amor.


SANTA BEATRIZ DE SILVA: FUNDADORA DE LA ORDEN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Nació en Campo Maior (Portugal) hacia los años 1433 – 1434, perteneció a la primera nobleza portuguesa. Vino a Castilla como dama de la Reina Isabel, esposa de Don Juan II. La singular hermosura de Beatriz excitó terribles celos y rivalidades entre los grandes de la Corte. Beatriz, enamorada de otra hermosura mayor que la humana, desechó tales pretensiones. Todo esto despertó en la Reina odiosa envidia hasta ponerla en injusta prisión con intento de quitarle la vida. Allí se le apareció la Santísima Virgen, ordenándole que fundase la Orden de su Concepción Inmaculada, como así lo verificó en 1484 en Toledo. María le había descubierto en la prisión los engaños del mundo y la Verdad de Dios. Beatriz comenzó a vivir vida más plena allí donde el mundo creyó hacerla morir.

A los tres días de estar sepultada, salió de la Corte dirigiéndose a Toledo, al Monasterio cisterciense de Santo Domingo El Antiguo.

Llegada la hora de la fundación de la Orden Concepcionista, la cual fue marcada por una nueva intervención de María Inmaculada, Dios dispuso unos acontecimientos que Beatriz, movida por el mismo espíritu de Dios, aprovechó: la llegada de la Reina Isabel la Católica. Ésta ayudó mucho a su pariente Beatriz y le donó los Palacios de Galiana donde a la sombra de la Capilla de Santa Fe, Beatriz fundó la Orden de la Inmaculada Concepción, aprobada por Inocencio VIII el 30 de abril de 1489. Recién profesa murió en la Imperial Ciudad el 17 de agosto de 1492.

Antes de su muerte apareció en su frente un lucero, símbolo de su santidad. Alma mariana, que vivió unida a Jesús por María, fue beatificada por Pío XI el 26 de julio de 1926 y solemnemente canonizada el 3 de octubre de 1976 por Pablo VI.

MADRE MERCEDES DE JESÚS
SIERVA DE DIOS

Nació en Salamanca el 29 de marzo de 1935. Toda su infancia y juventud transcurre en un ambiente profundamente cristiano, que la atrajo con fuerza hacia las cosas de Dios. Ingresó en la Orden de la Inmaculada Concepción, el 25 de octubre de 1953, día de Cristo Rey, en el Monasterio de La Puebla de Montalbán, Toledo. Hizo su Profesión solemne el 16 de mayo de 1958. Su vida en el Monasterio se desenvolvió en clave de más, buscando agradar sólo a Dios con espíritu de humildad, silencio y amor a la cruz.

El 20 de enero de 1964 fue trasladada por la Federación a Alcázar de San Juan. Y en esta tierra manchega… el Señor comenzó su obra en Madre Mercedes de Jesús. Fue elegida Abadesa del Monasterio el 23 de enero de 1970.

Movida por el Espíritu Santo y por las directrices del Concilio Vaticano II, llevó a cabo la misión que Dios le encomendó dentro de su querida Orden: desempolvar el carisma de Santa Beatriz de Silva, Fundadora de la Orden Concepcionista, enterrado durante cinco siglos por circunstancias históricas. Después de largos años de oración, trabajos y sufrimientos, el 8 de septiembre de 1996 llegó la Aprobación pontificia de las enmiendas a las Constituciones Generales de la Orden, que Madre Mercedes de Jesús había presentado a la Sagrada Congregación de Religiosos. Con ello manteniéndose Monjas de la Orden de la Inmaculada Concepción tenían en las Constituciones Generales de la Orden el espíritu mariano de la Fundadora.

Murió como vivió: siempre mirando al cielo el 3 de agosto de 2004 en el Monasterio de Alcázar de San Juan, Ciudad Real.

ORDEN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Aquí hay un camino… La senda del retorno al Origen Santo




Toma de hábito

Toma de hábito de tres postulantes en el Monasterio de Monjas Concepcionistas de Alcázar de San Juan, Ciudad Real, España.

"Cuando te hayas examinado a ti misma atentamente y hayas encontrado lo que en realidad eres... te queda por aprender en la luz divina lo que debes ser... Aquí hay un camino... La senda del retorno al Origen Santo".





Si te planteas este tipo de vida, puedes dirigirte a:
Monjas Concepcionistas
C/. Virgen, 66 – C/. Santa Beatriz de Silva, 2
13600 Alcázar de San Juan
(Ciudad Real) ESPAÑA
Tel. y Fax +34 926 54 00 09
www.monjasconcepcionistas.es


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